Esta era la primera vez que participaba junto a otros religiosos de Santa Cruz en un Encuentro Mundial de Jóvenes. Cuando supimos que iríamos nos llenamos de alegría. Es así que nos pusimos en contacto con nuestra Diócesis de Chosica, en Lima- Perú y nos unimos a otros jóvenes de la Diócesis.
Fueron 14 días, donde pudimos compartir la fe en un mismo Dios con todo el pueblo de Panamá. Desde nuestra llegada a este país, siempre sentimos el cariño y la acogida de los lugareños, para quienes era una gran bendición que llegaran peregrinos de todo el mundo. La pre-jornada la vivimos en una comunidad de la Diócesis de Colon Kuna Yala (5 hrs. aprox. desde el aeropuerto). El recibimiento y la acogida de las familias fueron increíbles en todo sentido, era como si estuviésemos en el mismo paraíso (mucha vegetación, gente muy buena, etc.). Luego en la semana misma de la JMJ, estuvimos alojados con familias de la Parroquia San Jerónimo (Ciudad de Panamá), quienes emocionados nos recibieron en sus hogares. Yo estuve con una Familia increíble: Sra. Manuela, Manuel, Sra. Rosa, Maycol, Antonio, entre otros miembros y amigos de la familia. Ellos muy atentos a las necesidades que podía tener, estuvieron siempre disponibles a todo, compartían sus comidas, sus experiencias de Fe, y mostraron siempre cariño y preocupación por mí.
El encuentro de la JMJ en sí, también fue una experiencia que quedará marcada en mi vida. Ver a miles y miles de jóvenes de diferentes partes del mundo, pero con una misma fe en el Dios de la vida. Esto me animaba en mi vocación, a sentirme hoy como el presente de Dios, de un Dios que da la vida por la juventud y los pobres. Pude conocer a muchísimas personas de muchas partes del mundo, entre ellos a miembros de Santa Cruz que dan la vida por seguir la misión de Jesús. En resumen, Panamá fue vivir una experiencia de Dios, de un Dios de la vida y de la alegría, que se hace presente en los jóvenes.
[Por: Anthony Terrones | Perú]